lunes, 23 de junio de 2014

Perros y petardos


La noche mágica de unos se convierte en la peor pesadilla para otros. Es sabido que la pirotecnia y los perros no suelen llevarse bien, por la intensidad del sonido que conllevan o por el estado excitatorio de las celebraciones que la acompañan.

Los fuegos artificiales dan miedo.

El miedo es una respuesta emocional que aparece en situaciones que suponen una amenaza para el animal o que son percibidas como tales. La respuesta de miedo es importante porque cuando se manifiesta de forma excesiva o en contextos inadecuados puede dar lugar a varios problemas de comportamiento, como las fobias. Los estímulos que desencadenan una respuesta de miedo son la novedad extrema, los estímulos que el animal ha asociado a experiencias adversas por un proceso de condicionamiento clásico -miedo condicionado- y los estímulos auditivos muy intensos.

Además de un componente emocional de naturaleza desagradable, el miedo incluye los cambios fisiológicos y comportamentales propios de la respuesta de estrés:
- aumento en la producción de glucocorticoides
- aumento en la liberación de catecolaminas
- aumento en la frecuencia cardíaca
- aumento en la concentración plasmática de glucosa

A nivel conductual, los cambios que se observan pueden ser muy variables y experimentar una respuesta de lucha, huída o intentos de esconderse - a veces llegando hasta el extremo de causarse lesiones-, temblores, eliminación inadecuada, vocalización... O una inhibición generalizada de la actividad del animal.



Las fobias son respuestas de miedo desproporcionadas frente a un estímulo concreto. La más frecuente en perros es la fobia frente a los ruidos intensos, como los truenos o las explosiones de petardos o similares. Se cree que los perros con fobias a ruidos intensos podrían tener una sensibilidad auditiva especialmente desarrollada, de modo que el estímulo llegara a ser doloroso.

El tratamiento de las fobias no es fácil, y puede ir encaminado hacia dos alternativas posibles:
- intentar solucionar realmente el problema
- controlar el problema cada vez que se prevea la situación desencadenante

La segunda opción es la más factible en muchas ocasiones y consiste en adoptar unas medidas de seguridad y confortabilidad para el animal, como no pasear al perro, si él no lo desea, y en caso de hacerlo, sacarle siempre atado para prever una eventual huída. En casa necesitará un espacio donde pueda sentirse seguro, una habitación en penumbra, sin ventanas, con muebles vacíos por debajo (mesas o camas) donde esconderse como si fuera una guarida. No se le debe prestar excesiva atención, para evitar reforzar su actitud inconscientemente, así como tampoco exponerle activamente al foco generador del estímulo fóbico.

El tratamiento farmacológico consiste en administrar al perro un fármaco con efecto ansiolítico antes de que se produzca el estímulo. Las benzodicepinas son el tratamiento farmacológico de elección para el tratamiento médico de las fobias, aunque su administración interfiere en el proceso de aprendizaje, en caso que se opte por intentar tratar la fobia mediante métodos de habituación progresivos. Está completamente contraindicado el uso de acepromacina y sus derivados, ya que este producto inhibe las capacidades motoras del cuerpo, sin inhibir las sensitivas, de forma que el perro es incapaz de moverse para esconderse del estímulo, pero en cambio es completamente consciente de él, aumentando de forma exagerada su ansiedad al ver mermada su posibilidad de huir.


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