viernes, 15 de diciembre de 2017

Y tú ¿De qué estás hecho?

Estamos hechos de silencio. De miradas, cómplices y risueñas. De raíces profundas, de tierra, pero sobretodo de mar.
De recuerdos. De pedazos. De fotos rasgadas y corazones partidos. De lo que fuimos.
Juntos estamos hechos de esencia, de pasión y de Martina.


Yo también estoy hecha de música. De sueños y de estrellas. De miedo a la oscuridad y al vacío. De besos. De abrazos ¡De baile! De flores, de nieve, de rojo otoñal y cálidos amaneceres.
Tú, además, estás hecho de letras, de justicia y lealtad, de compromiso y entrega. De patria. De color azul y rosas rojas. De sangre joaseantoniana y olor a jazmines. De viento, de isla, de tu terreta alicantina. De crossfit y windsurf, de fuerza y resistencia. De luz, como el faro que guía a las olas.
Martina está hecha de amor, de amor sin medida ni límite, de océanos de tiempo, de historias increíbles, y de sonrisas, sobretodo sonrisas.
Estamos hechos de musgo, de témpano y de villancico, de lumbre y muérdago. De hogar. De solsticio y de tradiciones.

Estamos hechos de Navidad.

Feliz Navidad a todos.
Marta, Carlos y Martina
Invierno 2018

jueves, 16 de noviembre de 2017

¿Adoptar? NO, gracias. En el mejor de los casos... depende

Tengo una compañera de trabajo prepotente, bastante chillona y poco empática, una estúpida, vamos. Pero hay algo que admiro en ella: su sentido práctico. Desde que la conozco dice que aquél que tiene más de 3 animales es un enfermo mental. Al principio pensé que era una exagerada. Ahora creo que va teniendo razón. Tal vez no en la forma, pero desde luego, sí en el fondo.



Si yo quisiera adoptar un animal y tuviera que someterme a un interrogatorio de tercer grado, un pre-seguimiento, una selección digna de un puesto de directivo de multinacional, y un post-seguimiento que implicara la visita de uno o varios desconocidos a mi casa, y no una, sino múltiples veces, teniendo que aguantar sus sugerencias sobre las instalaciones, la seguridad, la presencia o no de mosquiteras, el espacio y mis hábitos de vida... se me quitaban las ganas.


































Nadie me hizo tal espionaje cuando decidí ser madre.

¿Por qué debo soportar que alguien que no me conoce ni sabe nada de mi (y ni sabrá jamás porque no es amigo, ni conocido, ni posiblemente saludado) decida si soy apta para hacerme cargo de un animal? ¿De verdad no tiene más trabajo que juzgar el tiempo que yo puedo dedicar a atender a mi animal de compañía? ¿Como, y en función de qué se supone que se me cualifica? ¿Qué formación tiene para decidir mi aptitud? ¿Cobra por ello?



He tenido 8 perros en casa, en una parcela de más de 3000 metros, con instalaciones para mantenerlos contenidos y controlados, durmiendo bajo techo, cada uno en su transportan dentro del garaje, convertido en habitación solo para ellos. Algunos de compañía y otros de utilidad, entrenando para búsqueda y rescate. He tenido que aguantar que me digan que mis perros eran maltratados por vivir en el exterior durante el día, que estaban sufriendo por recibir una educación cívica básica y un adiestramiento especializado para convertirse en perros de trabajo, que me aprovechaba de ellos, que los utilizaba para mi beneficio personal, y un montón de gilipolleces más, que me llevaron a dejar un mundo apasionante en el que conocí personas, y perros, maravillosos.


Soy veterinaria, me encanta mi trabajo y vivo de él. Cobro de él. Y pienso seguir haciéndolo. Ayudo en todo lo que quiero, que no es lo mismo que todo lo que puedo, porque eso implica una obligación que no deseo tener. Y sobretodo que no deseo tener con cualquiera, con aquél que se cree con derecho a algo por pensarse mejor que los que no hacen lo mismo que él. Porque salvar a un animal no es recogerle de la calle y encomendárselo a otro, porque tú ya has hecho tu parte. No majo, tu parte es toda, no el trozo fácil. Y desde luego, tu parte es hacer lo que quieras y asumir las consecuencias de esa decisión, sin juzgar ni culpabilizar a los que no la comparten.